Hay algo que comparten todos las entregas de Dragon Quest: a ellos se les debe muchas de las novedades que ha incorporado el género del JRPG en las últimas dos décadas. Su sentido del humor, la peculiar forma de enfocar la historia, la desesperante dificultad de los combates, en donde un enemigo puede hacer que el héroe muerda el polvo. Sus señas características no han variado con el tiempo, pero sí la forma de darse a conocer ante las nuevas audiencias. La novena entrega oficial de la franquicia ha roto récords en Japón por este motivo, y pretende repetir la jugada en Europa a sabiendas de que el nombre no es suficiente para atraer las miradas del gran público. Clasicismo, tradición y modernidad van de la mano en esta ‘divina’ historia sobre la importancia de los sentimientos, de la fe y de la amistad.
Hay algo que comparten todos las entregas de Dragon Quest: a ellos se les debe muchas de las novedades que ha incorporado el género del JRPG en las últimas dos décadas. Su sentido del humor, la peculiar forma de enfocar la historia, la desesperante dificultad de los combates, en donde un enemigo puede hacer que el héroe muerda el polvo. Sus señas características no han variado con el tiempo, pero sí la forma de darse a conocer ante las nuevas audiencias. La novena entrega oficial de la franquicia ha roto récords en Japón por este motivo, y pretende repetir la jugada en Europa a sabiendas de que el nombre no es suficiente para atraer las miradas del gran público. Clasicismo, tradición y modernidad van de la mano en esta ‘divina’ historia sobre la importancia de los sentimientos, de la fe y de la amistad.
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